Todos los humanos nacemos con una serie de funciones cognitivas (atención, orientación, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas, habilidades visoespaciales, gnosias, praxias) que nos sirven para adaptarnos al entorno que nos rodea.
Cuando vamos cumpliendo años una de las cosas que más preocupa es la de ir perdiendo estas funciones. De hecho no es extraño escuchar a cierta edad quejas recurrentes sobre, por ejemplo, la pérdida de memoria ¿Pero y si te digo que resulta que se puede poner remedio a esta situación?
La clave está en la estimulación cognitiva.
Para entender qué es eso de la estimulación cognitiva déjame hacer una semejanza con el mundo del deporte. Un futuro deportista nace dotado de musculatura y a lo largo de su vida entrenará sus músculos para sacarles el mayor partido posible y así poder conseguir sus metas. ¿Pero qué pasa si deja de ejercitar esos músculos? La respuesta es simple: comenzarán a perder tono. Por tanto, la manera de mantenerlos e incluso potenciarlos es seguir un régimen estricto y continuado de ejercicio que les obligue a desarrollándose o al menos a no deteriorarse. Teniendo esta analogía en mente podemos decir que el cerebro funciona como nuestros músculos y que la estimulación cognitiva es a las funciones cognitivas lo que el ejercicio a la musculatura.
El éxito de la estimulación cognitiva se debe a una capacidad sorprendente que posee nuestro cerebro y que mantiene durante toda la vida: puede experimentar cambios en la capacidad de las funciones cognitivas ¿Y cómo puede ocurrir algo así? Pues porque el cerebro es plástico y si trabajamos de manera continuada una función lo suficiente conseguiremos reforzar, modificar e incluso crear nuevas conexiones y circuitos neuronales, que harán que no se pierda e incluso que se fortalezca.
Primero unas flexiones de cálculo, luego unas dominadas de memoria y terminamos con unas sentadillas de práxias. Repetir el circuito tres veces.
¿Pero entonces bastaría con hacer ejercicios y ejercicios para estimular las funciones cognitivas?
No. No hay que caer en el error de creer que un programa de estimulación es aplicar una serie de actividades, en forma de ejercicios o juegos, sin ton ni son. Para que un programa active, estimule y entrene las capacidades cognitivas tiene que tener en cuenta una serie de pautas:
- La primera es evaluar el perfil cognitivo de la persona, lo que permitirá saber si hay una evolución favorable comparando las capacidades antes del programa y después de éste.
- No centrar la estimulación exclusivamente en las actividades deterioradas o perdidas. Con esto sólo conseguiríamos frustrar a la persona, pero trabajando lo que aún conservamos podemos mantener e incluso potenciar una función cognitiva, a la vez que se aumenta la autoestima y se genera confianza en uno mismo.
- Regular el nivel de dificultad para que se adecúe al paciente y hacerlo cada vez que se vea un avance en la recuperación. La dificultad debe ser lo suficientemente grande como para que suponga un reto pero no tan grande como para que no se puedan solucionar los ejercicios, lo que generaría de nuevo frustración.
A continuación quiero mostrarte algunos ejemplos de actividades de estimulación cognitiva. Uno de mis favoritos, ya que lo calificaría más como un juego que como un ejercicio, son los puzles.
Los puzles a la vez que entretienen nos ayudan con la coordinación y la motricidad, nos hacen poner a trabajar la memoria (sobre todo la visual) y la capacidad de observación, e incluso nuestras funciones ejecutivas se movilizan ya que ha de elaborarse una estrategia de planificación y tomar decisiones en base a ella.
Pero los puzles no son el único juego lúdico para trabajar las capacidades cognitivas.
Algo tan sencillo como poner una imagen delante y observarla durante dos minutos para luego contestar a unas preguntas nos ayuda a trabajar la memoria de trabajo y la atención sostenida.
Otro ejercicio que puede hacerse es el de colorear tantos cuadros como letras tenga una palabra, lo que nos haría trabajar nuestras funciones relacionadas con el cálculo. Pero si además añadimos la premisa de que una determinada letra ha de colorearse de un color diferente al resto, también estaríamos reforzando el lenguaje.
Los beneficios de la estimulación cognitiva son muy notables y todos, desde niños a ancianos, personas sanas y personas que sufren algún tipo de enfermedad neurodegenerativa o que han visto sus funciones mermadas por un trauma, pueden ver mejoría en sus funciones cognitivas.
Entre los principales beneficios encontramos:
- Aumento de la autonomía personal
- Aumento de la autoestima
- Descenso del nivel de estrés asociado al no poder hacer determinadas “tareas”
- Potenciación de las funciones cognitivas.
- Ralentización del deterioro de las funciones cognitivas.
- Mejora de la calidad de vida.
Escrito por:
Azalea, Neuropsicologa
En Twitter: @ExploraDeMente
Blog: https://exploradorademente.com
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