Hola, soy Ignacio de Ramón, neuropsicólogo clínico y experto en trastornos del neurodesarrollo. Durante años he escuchado esta frase en consulta y en mi entorno. Muchos familiares, amigos y conocidos me preguntan ¿qué hago con mi hijo que le pasa esto o aquello? Es la frase de una madre o un padre que sabe que algo no va bien en el desarrollo de su hijo pero no sabe cómo ni a quién acudir.
Aquí, es donde comienza un auténtico laberinto de opiniones, diagnósticos, incertidumbres y frustraciones que sobrellevan pacientemente muchas familias en la actualidad. Y es muy cierto, porque no hay un protocolo estandarizado para identificar un problema del neurodesarrollo; los servicios de salud mental todavía tienen que mejorar mucho en sus procedimientos.
Por eso, me dispongo a brindar orientación para identificar y evaluar de manera óptima los posibles problemas en el neurodesarrollo de un niño lo más temprano posible, evitando así pérdidas de tiempo y minimizando las frustraciones asociadas.
Paso 1
Si bien es cierto que los pediatras están recibiendo una formación cada vez más completa en trastornos del neurodesarrollo, es crucial prestar una atención meticulosa para definir con precisión las observaciones de los padres. Esto implica detallar aspectos como la duración, recurrencia, frecuencia y el impacto en la vida diaria del niño. Es fundamental operativizar al máximo estas observaciones para que el pediatra pueda tomar la mejor decisión posible.
- Maestra de infantil
- Profesoras de primeria
- Departamento de Orientación del colegio
- Seguridad Social:
- Pediatría
- Neuropediatría
- Psiquiatría y Psicología Clínica
- Equipos de atención temprana
- Gabinetes y servicios privados:
- Logopedia
- Neuropsicología
- Terapia Ocupacional
Y con todos estos recursos profesionales, la pregunta que siempre se repite por parte de los padres es: ¿y por dónde empiezo?
Todos estos recursos no son reconocidos inicialmente por ningún padre. Lo primero que hacen los padres es investigar en internet y preguntar a los más allegados. Lo primero que debe saber un padre que sospecha que algo no va bien es descartar dos cosas:
- Cualquier aspecto orgánico y/o estructural que pudiera explicar ese problema percibido.
- Que ese problema sea percibido en más de un ambiente del niño, es decir, en el colegio.
Por eso, nuestra recomendación inicial siempre es preguntar si la maestra de infantil o su profesor de primaria han percibido también esta sensación de dificultad. Los docentes cuentan con una representación de la curva normal del desarrollo en sus clases, lo que les permite identificar el progreso de los niños con facilidad. Pueden distinguir entre aquellos que avanzan con dificultad, los que se encuentran en el promedio, los más adelantados y aquellos que presentan problemas significativos.
En las consultas de primaria, la mayoría de los padres informan en la historia clínica que los maestros de infantil ya les habían comentado aspectos preocupantes o sugerido estar atentos a ciertos aspectos del desarrollo de sus hijos. Tanto si las sospechas de los padres sobre la evolución del niño son confirmadas en el aula como si no lo son, es fundamental acudir al Servicio de Pediatría para abordar esta problemática. Allí, el pediatra podrá evaluar la situación y descartar cualquier posible origen orgánico del problema mediante las pruebas médicas adecuadas.
Si bien es cierto que los pediatras están recibiendo una formación cada vez más completa en trastornos del neurodesarrollo, es crucial prestar una atención meticulosa para definir con precisión las observaciones de los padres. Esto implica detallar aspectos como la duración, recurrencia, frecuencia y el impacto en la vida diaria del niño. Es fundamental operativizar al máximo estas observaciones para que el pediatra pueda tomar la mejor decisión posible.
Los avances científicos y terapéuticos ofrecen esperanza, y la personalización de tratamientos permite a más niños desarrollarse y brillar con sus capacidades únicas. En nuestros siguientes posts enseñaremos los siguientes pasos del proceso, no perdáis nunca la esperanza. ¡Claro que se puede!