Escrito por: Jaime Paniagua Monre
Cuando una persona sufre un daño neurológico se encuentra con una situación para la que nadie esta preparado (ni siquiera nuestro sistema sanitario, en muchas ocasiones).
Tal y como describió perfectamente Emily Kingsley en su cuento “viaje a Holanda”, la persona se embarca en un viaje hacia un destino que no había elegido. La llegada a ese destino es atroz y provoca ansiedad, estrés y desconcierto.
Es labor del profesional sanitario enseñar a la persona un nuevo idioma y ayudar a entender las nuevas circunstancias que le envuelven. Es labor de todo un equipo de profesionales sanitarios especializados en Neurociencia.
El estudio y análisis del impacto que el daño neurólogico ha provocado en la vida de la persona es una labor de colaboración entre los miembros de ese equipo, donde cada figura aporta una pieza de puzzle imprescindible , pieza que por si sola sería inútil pero que, en conjunto con el resto, cobra sentido.
La logopeda es una de las partes integrantes de ese equipo.
¿Logopeda?. ¿Esa quién es?….
Tras sufrir un daño neurológico, la persona puede notar que comienza a tener dificultades a la hora de Comer, Beber, Comunicarse y relacionarse con el mundo externo. La logopeda posee las herramientas necesarias para evaluar los déficit derivados del daño en estas Actividades y, así, poder ofrecer herramienta eficaces que permitan a la persona recuperar un nivel adecuado de Cantidad y Calidad de vida.
Cuando la persona presenta dificultades para Comer y/o Beber a niveles previos al daño neurológico se pondrán en marcha los mecanismos adecuados para detectar lo antes posible una posible Disfagia. La disfagia es una imposibilidad para manejar, procesar y deglutir el bolo alimenticio, que impide llevar a cabo un correcto tránsito (a nivel oral y/o esofágico) del mismo hasta el estómago para llevar a cabo las funciones de nutrición y/o hidratación. Este trastorno pone en peligro a la persona ya que le expone a sufrir atragantamientos y/o episodios de aspiración de material alimenticio hacia la vía respiratorias, siendo causa importante de episodios de neumonías e infecciones respiratorias. Una detección precoz de este trastorno y puesta en práctica de medidas de facilitación segura y eficaz de la hidratación y/o nutrición permitirá, no solo incrementar el nivel de Calidad de Vida de la persona, sino que, estará alcanzando un objetivo aún más importante: salvarle la vida. La logopeda, por tanto, es la figura profesional que permite detectar, evaluar, diagnosticar y planificar el tratamiento de la persona que padece disfagia facilitando la consecución de dos objetivos primordiales: evitar que su vida corra peligro y facilitar la recuperación de un lugar en la mesa, por tanto, en su vida.
Si la persona presenta problemas para la Comunicación, conviene descartar que ésta sufra una Disartria o una Afasia. Ambos trastornos van a imposibilitar que la persona pueda expresar emociones, opiniones, deseos y/o pensamientos, así como comprender aquella información verbal que se le ofrece, con la importante reducción de su nivel de participación en las actividades de la vida diaria que ello conlleva.
La logopeda cuenta con herramientas suficientes para detectar, evaluar, diagnosticas y planificar el tratamiento adecuado de la persona que ha sufrido una restricción en su Comunicación tras un daño neurológico permitiéndole alcanzar un mayor nivel de participación en muchas tareas de la vida Diaria, dandole voz para que pueda opinar y elegir a su antojo y facilitándole un entendimiento de toda la información que le rodea y que un día, de pronto, dejó de comprender de forma eficaz.
Tanto nuestros alimentos como las palabras que conocemos (y las que no conocemos) tienen una potente significación en nuestro cerebro y permiten activar diferentes procesos que hacen que Comer, beber o Comunicarse no sean procesos que surgen de manera aislada en el cerebro.
Entender esa globalidad en la que está inmersa la persona es fundamental para alcanzar ese trabajo en equipo al que me refería al inicio. La pieza de puzzle aportada por la logopeda quedaría inservible sin las piezas aportadas por otras figuras de ese equipo especializado: médico (y sus especialidades), enfermera, auxiliar de enfermería, nutricionista, terapeuta ocupacional, neuropsicólogo, fisioterapeuta, trabajador social, cuidadores y familia.
La logopeda se mimetiza con todo ese equipo de figuras profesionales y ofrece un único mensaje a la persona: volver a recuperar una vida, que merece ser vivida.
El cambio de paradigma sufrido en los últimos años junto con el aumento del nivel de especialización ha permitido encontrarnos con una logopeda preparada para ofrecer todo este tipo de respuestas a la persona que ha sufrido un daño neurológico.
La preparación del tratamiento….
La logopeda, una vez ha evaluado a la persona y determinado las necesidades, aspectos a mejorar y potencialidad, genera una propuesta de tratamiento para lograr una serie de objetivos que tienen un impacto real en la vida de la persona.
Imaginemonos una cápsula de las que se usan habitualmente en los tratamientos farmacológicos. Cuando nuestro médico nos receta un fármaco nos los tomamos durante el tiempo propuesto. Esa cápsula que nos han recomendado contiene unos componentes que tendrán un efecto en quién lo toma. Esa cápsula, por supuesto, no se encuentra vacía. Nadie tomaría una cápsula vacía, seguramente.
El tratamiento que propone la logopeda es como una cápsula. Una cápsula que no se encuentra vacía. Una cápsula que contiene una serie de tareas funcionales con momentos de aprendizaje que se repiten y repiten durante un tiempo determinado. La persona que comienza terapia deberá “ingerir” esa cápsula durante un determinado tiempo, el suficiente para que se produzcan cambios en su cerebro (y en su vida). Esa cápsula viene acompañada de todo un razonamiento clínico sostenido por la mejor evidencia científica disponible, la experiencia de la logopeda, las necesidades de la persona y de su entorno y los aspectos detectados en el proceso de evaluación. Durante ese tratamiento, la logopeda evaluar de forma constante para modificar y afinar los contenidos de esa cápsula para que ésta tenga aún más efectividad. Esa cápsula contiene toda la significación y la motivación que el tratamiento necesita.
Trabajo en equipo…
La logopeda no está sola en este viaje. Cuanta con el apoyo de las figuras profesionales mencionadas anteriormente, aspecto que le permite globalizar sus conocimientos y optimizar sus resultados.
Ese trabajo en equipo permite abordar a la persona como un todo dinámico que se mueve en un entorno que le envuelve. Ese trabajo permite manejar todo tipo de variables que afectan a la consecución de los objetivos propuestos en el tratamiento.
Dentro de ese equipo se encuentra la persona que ha sufrido el daño neurológico y el entorno que le rodea, siendo una pieza del puzzle dinámica y activa. La participación de la persona en su propio tratamiento es crucial. Decidir, opinar y tomar decisiones es uno de los aspectos fundamentales que vamos a tener en cuenta cada momento. Los objetivos de tratamiento pertenecen a la persona que los va trabajar porque ello va a permitir que adoptar un rol participativo, lo antes posible, dentro de su propia vida.
Escrito por:
Jaime Paniagua Monre,
Diplomado en Logopedia por la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid.
Posgraduado en Terapia Miofuncional. Experto en intervencion multidisciplinar en daño cerebral sobrevenido. Posgraduado en Rehabilitación Cognitiva. Formado en Basale Stimulation (niveles basico y avanzado), en Tecnicas de Inducción Miofascial y en Water Specific Therapy-Halliwick en adultos.
Creador del Blog Logocerebral y co-creado del blog Disfagia con Gusto (recetas adaptadas para personas con disfagia). Co-creador del juego de mesa para terapia de conversacion para personas con Afasia “Y ahora qué hago”.
Logopeda en la Fundacion Pita Lopez. Coordinador del proyecto Logocerebral: logopedia centrada en la persona y su entorno.