Por Alejandra Azcona Alberquilla
NeuroPsicóloga.
Hoy en día hay que dejar a un lado la idea localizacionista que defiende un cerebro compuesto por módulos y áreas hiperespecializadas funcionalmente, por una perspectiva que considera la existencia de redes cerebrales organizadas de forma dinámica y que son la base de nuestros procesos cognitivos.
Muchas patologías de afectación neurológica (enfermedades degenerativas, traumatismos craneoencefálicos, trastornos psiquiátricos, etc.) no pueden ser comprendidas desde esta perspectiva localizacionista ya que se ha visto, principalmente en la clínica, que una lesión en una determinada área del cerebro no produce los déficits cognitivos exactamente esperados por el lugar de la lesión y la gran variabilidad de sintomatología existente entre dos personas con el mismo daño cerebral. Esto explica que muchos de los modelos del procesamiento cognitivo propuestos hasta el momento no se ajusten a la realidad.
A partir del siglo XXI surgen nuevas evidencias en el campo de la neurociencia, como la investigación mediante técnicas de neuroimagen, que nos hacen seguir alejándonos del modelo modular y empezar a plantearnos que las alteraciones de diversas patologías pueden ser debidas a los daños que sufren las redes funcionales y no las supuestas regiones cerebrales específicas.
Gracias a técnicas como el electroencefalograma (EEG), la resonancia magnética funcional (RMf) o la magnetoencefalografía (MEG) hemos podido ahondar en el estudio de la organización funcional estudiando el grado de sincronización y correlación entre multitud de regiones cerebrales.
Algunos de los autores más reconocimos que sustentan la base de este nuevo enfoque son: Santiago Ramón y Cajal (primeros estudios sobre la plasticidad cerebral), Rafael Lorente de Nó (estudios sobre la corteza cerebral acústica y la creación del concepto de circuitos cerrados y reverberantes), Donald Hebb (descripción de las bases del sistema de comunicación de circuitos neuronales), Norman Geschwind (denominación de los “síndromes de desconexión”), Constantin von Monakow (defendió el concepto que hoy en día llamamos “diasquisis funcional”) y Joaquín Fuster (estudios sobre las complejas redes de la memoria).
De los estudios sobre los mecanismos neurofisiológicos como base de los procesos en red, surgen términos como los de “conectividad funcional” (dependencia estadística entre dos señales neurofisiológicas) y “conectividad efectiva” (intercambio de información entre dos regiones cerebrales o grupos neuronales o la influencia de un sistema neuronal sobre otro).
Otro de los hallazgos novedosos es el descubrimiento de una red cerebral que se encuentra activa en el estado de reposo, la llamada “Default Mode Network” (red por defecto), y que se desactivaba cuando estamos realizando cualquier tarea. Esta red se compone de regiones como la corteza medial prefrontal, el córtex cingulado posterior, el precuneus, las cortezas lateral e inferior parietal y el córtex medial temporal. Una parte muy importante de las redes son los llamados Rich-Club Hubs, que se consideran los centros integradores y distribuidores más importantes del flujo de información a través de la red, y su lesión provocaría la pérdida de la conectividad y la aparición de distintas patologías cerebrales.
El estudio de la combinación entre la conectividad anatómica y la conectividad funcional está enmarcado en la “teoría de grafos”, que analiza la forma en que los nodos (neuronas, núcleos neuronales, etc.) y sus enlaces (anatómicos o funcionales) están organizados en diferentes niveles. La red cerebral más efectiva es la “red de pequeño mundo” que se caracteriza por combinar una alta densidad local de conexiones neuronales con pocas conexiones de largo alcance que conectan zonas distantes de la red.
Todos estos descubrimientos van en la dirección de intentar comprender de forma más precisa cómo está organizado funcional y anatómicamente el cerebro humano tanto en los estados normales como en los patológicos.
Bibliografía:
Maestú, F., Pereda, E., Del Pozo, F. Conectividad funcional y anatómica en el cerebro humano. Barcelona: ElSevier, 2015.